Educación Axiológica y Paz
Convivencial.
Licda. Maite Marrero
Universidad Bicentenaria de Aragua
Resumen
El presente artículo reflexiona acerca
de la educación axiológica y como ella permite crear un ambiente de convivencia
armónica y pacífica. Pretende fundamentar la posibilidad de incorporar la
Educación en valores para generar la paz dentro de la dinámica del sistema
educativo como una opción que intenta definir su tarea socializadora en
respuesta a los problemas que plantea actualmente la sociedad. Se presentan fundamentados
en el Manifiesto 2000 de la UNESCO por una cultura de paz, la Conferencia
Educación para la Paz y Derechos Humanos 2016 en México y los planteamientos de
Ospina 2010 aunado a otros autores reconocidos en esta rama de la educación.
Entre las reflexiones más importantes que se generan de este artículo figura:
La paz se concibe en la actualidad como una realidad posible y positiva, como
una conciencia social y una forma de vida caracterizada por el rechazo a la
violencia como forma de resolver los conflictos y la escuela a través de la
axiología debe ser protagonista en este proceso formador.
Palabras clave: educación, axiología, Paz,
convivencia.
Axiological Education and Peace Convivial
Summary
The present
article reflects on the axiological education and how it allows to create an
environment of harmonious and peaceful coexistence. It aims to support the
possibility of incorporating Education in values to generate peace within the
dynamics of the educational system as an option that attempts to define its
socializing task in response to the problems that society currently poses. They
are presented based on the UNESCO Manifesto 2000 for a culture of peace, the
Conference on Education for Peace and Human Rights 2016 in Mexico and the
approaches of Ospina 2010 together with other recognized authors in this branch
of education. Among the most important reflections that are generated from this
article is: Peace is currently conceived as a possible and positive reality, as
a social conscience and a way of life characterized by the rejection of
violence as a way to resolve conflicts and The school through the axiology must
be protagonist in this training process.
Keywords: Education, Axiology, Peace, Coexistence.
Curriculum
Vitae
·
Licenciada en Educación
Integral. UNESR
·
Magister en Gerencia mención
Educación. UBA
·
Doctorante Ciencias de la
Educación. UBA
·
Docente de Educación
Primaria. Colegio La Concepción de Maracay
· Coordinadora de Apoyo Docente
y Diseño Curricular Escuela de Contaduría Pública y Administración de Empresas.
UBA
Introducción
El hecho educativo es la forma organizada
de la educación en valores, debe estar dotado de coherencia y personalidad
propia asociada a los centros estudiantiles, a los colectivos y a los
estudiantes de manera individual; donde deben participar en cada instancia de
su elaboración los representantes de todos los sectores de la comunidad
educativa.
Por tanto, este artículo presenta una
revisión documental que reflexiona acerca de la educación axiológica;
resaltando la pertinencia, vigencia, utilidad e importancia de los valores en
la escuela y como a través de ella es posible alcanzar los ideales de Paz que
requiere la sociedad actual.
Para ello se subdivide la redacción en
principio definiendo y caracterizando el constructo de educación axiológica, para
luego ver como permea este planteamiento a una educación por la Paz,
permitiendo desarrollar una cultura patrocinada por valores que redunde en un
beneficio colectivo como lo es la Paz y la convivencia armónica.
Educación Axiológica
“Nuestro estudio no tiene como los otros, un fin especulativo: si hemos
emprendido esta investigación, no es para llegar a saber qué es la virtud -en
tal caso, nuestro estudio sería inútil-, sino para llegar a ser bueno”
Aristóteles
El Sistema Educativo es una institución social que surge históricamente
para cumplir una serie de funciones entre las que destaca la tarea de
socializar a los individuos, es decir, formar a los hombres y mujeres que las
sociedades necesitan para funcionar, desarrollando los rasgos de personalidad,
valores, actitudes y comportamientos básicos requeridos para la interacción
social. En la actualidad se ha enfatizado la importancia de la institución
escolar como agente de socialización al favorecer la reproducción de los
valores y actitudes dominantes de las sociedades.
Sin embargo, el Sistema Educativo es una realidad compleja por
encontrarse inmerso dentro de la sociedad, por ello, está estrechamente
vinculado a los ámbitos político y económico, entre otros. De allí, que para
comprender la naturaleza de la experiencia escolar y poder gestionarla
eficientemente es indispensable partir de un análisis complejo de la estructura
social y de los intereses y conflictos que la constituyen. Además,
históricamente, la escuela ha sido lugar de compromiso, de búsqueda y
construcción de alternativas. Por ello, la educación debe ser analizada desde
una perspectiva diferente, asumiendo que ésta puede contribuir con la formación
de ciudadanos capaces de modificar las relaciones sociales existentes, es
decir, es posible plantearse una opción de cambio en la escuela. Desde esta
mirada, los valores se constituyen y deben considerarse como una opción
alcanzable dentro de la escuela.
Para Fernández (1997) “es necesario promover experiencias que hagan
crecer en los sujetos, y así en la sociedad, el campo de los derechos de la
persona.” Ello implica un currículo
radical y una confianza incondicional en las personas. Este es uno de los
objetivos de la Educación en valores.
La cultura escolar es el ámbito donde se puede viabilizar una cultura de
paz a través del tipo de relaciones interpersonales que se establecen entre
docente y sus estudiantes, entre los niños y sus compañeros, entre las
relaciones jerárquicas del personal de la institución, y por supuesto, en la
relación que la institución establece con los padres de familia. De esta forma,
la cultura escolar es concebida como una red compleja de interacciones donde se
puede estar construyendo o no una cultura de paz.
Fernández (1997) define la cultura escolar como “el conjunto de valores
morales, conocimientos, hábitos, actitudes, comportamientos personales,
relaciones sociales, etc., que son específicos suyos y como la naturaleza
propia de la institución”.(p. 34).
Si se concibe la función de la escuela como meramente reproductora, esta
cultura escolar es incuestionable por responder a los ideales de la sociedad.
Representa la cultura social legítima. Por el contrario, si se concibe a la
escuela como promotora de cambios sociales, es a través de ella que se hace
posible la promoción de una nueva cultura.
Figura 1
Relación de Implicación de elementos
del Proceso Educativo
Fuente: Marrero (2017) basado en Ospina 2010.
Partiendo de la relación anterior se evidencia que dentro de la educación
están los valores está por eso se considera que los valores están siempre
presentes en el proceso de formación, siendo suficiente una buena relación estudiante-profesor,
el ejemplo de éste, la comunicación eficaz, etc. Es cierto que el proceso de
enseñanza-aprendizaje siempre forma y desarrolla valores, el asunto a
reflexionar está entre las razones para desarrollar una Pedagogía de la
Educación en Valores.
Estas implican Intencionar
el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación que desarrollen
el vínculo con la realidad a través de lo socialmente significativo de ésta en
el proceso docente-educativo, dando sentido a la formación sociohumanista con
el uso de estrategias didácticas que involucren a los sujetos del proceso en
una actividad consciente, protagónica y comprometida.
Luego Explicitar que radica en eliminar el curriculum oculto,
precisando la cualidad orientadora del proceso docente-educativo, dando
significado de la realidad hacia el redimensionamiento humano en todos los
componentes del proceso, identificando el modelo educativo a alcanzar con la
eficacia del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a
formar y desarrollar según la aspiración social.
Finalmente Particularizar que consiste en
integrar las
particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica
del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus
relaciones, y evaluar las condiciones para llevar a cabo el proceso), de tal
forma de enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del contenido y
del método, etc., así como apoyarse en ellas.
Figura 2
Pedagogía de la Educación en Valores
Fuente: Marrero (2017) basado en Arana (2013).
Visto de otro modo, es la reflexión del profesor sobre el valor
educativo de sus acciones en el proceso, de sus intenciones, de lo valorativo
en los contenidos, del valor del método, etc. lo que implica establecer
prioridades. “la justificación de los contenidos debe basarse, no sólo en
criterios disciplinares, derivados del lugar que esos contenidos ocupan en la
estructura de esa disciplina, sino también en las metas educativas fijadas para
esa materia en esa etapa (Arana 2013).
Por tanto, la didáctica se desarrolla con una u otra intencionalidad, en
dependencia de la práctica educativa que se quiera alcanzar, y del compromiso
del profesor. Pero no basta con la claridad de la intencionalidad, sino hay que
hacerla explícita y sistematizarla en la propia didáctica, de ahí que deban
precisarse un conjunto de principios teórico-metodológicos, para dicha
educación comprometida, valorativa, reflexiva y en valores, los que deben
tenerse en cuenta en las diferentes estrategias a desplegar.
Más que una enseñanza teórica, la
educación en y para los derechos humanos debe convertirse en una forma de
enseñar a adquirir las competencias que se requieren para desenvolverse en la
vida social, de manera particular las establecidas en el Proyecto Principal de
la UNESCO (aprender a saber, saber hacer, hacer y convivir), para respetar los
derechos humanos de todos los integrantes de la comunidad escolar. Es preciso
enseñar lo anterior en todas las materias. Todo el personal escolar debe estar
involucrado. Sin duda, la enseñanza bajo estos términos constituye un desafío
metodológico de gran trascendencia, ya que la organización curricular en
nuestro país no está diseñada para enseñar competencias, sino que está
estructurada exclusivamente para alcanzar un aprendizaje cognitivo. (Conferencia Educación para la Paz y
Derechos Humanos 2016 en México)
La educación en valores tiene
como objetivo el alcance de una personalidad desarrollada o en desarrollo, la
que se entiende, “al caracterizar a un individuo concreto donde el sistema de
procesos y funciones que la forman se encuentran estructurados de manera
armónica, en un proyecto de vida realista, donde predomina la autodirección
consciente de los esfuerzos del individuo para lograr el desarrollo de sus
potencialidades en forma creadora, así como su participación en la actividad
social de acuerdo con valores de contenido progresista” (Montesori. 1998).
Educar en valores significa contribuir a la función integradora del
individuo mediante la valoración de las contradicciones de la motivación, los
intereses, etc. Por eso debe coadyuvar a
la tendencia interna de la personalidad a integrar y armonizar los factores
internos y externos y a la autonomía de ésta, es decir, a la autorregulación
sobre la base de fines conscientes, lo que está por supuesto, en interacción y
en dependencia de la realidad social.
Los valores interiorizados conforman la esencia del modelo de
representaciones personales, constituyen el contenido del sentido de vida, y de
la concepción del mundo, permiten la comprensión, la interpretación y la
valoración del sujeto y brindan la posibilidad de definir el proyecto de vida,
integrado por objetivos y finalidades para la actividad social. (Tuvilla. 2003)
Cabe destacar que los valores no se enseñan y aprenden de igual modo que
los conocimientos y las habilidades, y la escuela no es la única institución
que contribuye a la formación y desarrollo de éstos. Otra peculiaridad de la
educación en valores es su carácter intencional, consciente y de voluntad, no
sólo por parte del educador, sino también del educando, quien debe asumir dicha
influencia a partir de su cultura, y estar dispuesto al cambio. De ahí la
importancia y la necesidad de conocer no sólo el modelo ideal de educación,
sino las características del estudiante en cuanto a sus intereses,
motivaciones, conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas de las
influencias del entorno ambiental. Una comprensión clara de los límites
objetivos del entorno, del modelo a que aspira la sociedad y de la subjetividad
del estudiante permite dirigir mejor las acciones educativas y dar un correcto
significado al contenido de los valores a desarrollar. (Díaz y Aguado. 1992)
Figura
3
Condiciones
para la educación en valores
Fuente: Marrero(2017)
basado en (Díaz y Aguado.
1992)
Al observar la figura 3 se muestra la necesidad de tener una aplicación intencionada
del hecho axiológico, de tal forma de realmente promover valores en las escuelas
y de esta forma poder empezar a cosechar semillas de paz en la sociedad.
Cultura de Paz en
la Escuela
“La Educación para la Paz, objetivo de la Comunidad
Internacional,
es el instrumento idóneo en la construcción de los
paradigmas
del país y de la
sociedad.”
Márquez, Benny (2011)
Una cultura escolar promotora de paz desarrolla una actitud de respeto
mutuo, en la igualdad valórica de las personas, en la tolerancia y el amor
mutuo, determinantes en la resolución pacífica de conflictos, así como en la
promoción y desarrollo de un pensamiento autónomo.
Desde esta concepción, la cultura de paz aparece como una opción
interesante al intentar describir, a partir de los elementos propios de la
cultura escolar, la forma como la educación pudiera estar contribuyendo o no a
la conformación de alumnos críticos, autónomos y solidarios, capaces de superar
el vacío moral dominante, y que valoren su compromiso para la construcción de
sociedades mas justas y más humanas.
Además, por ser el currículo el medio a través del cual se concreta la
escolarización, es importante estudiar cómo la violencia estructural está
inmersa o no dentro de éste. No obstante, la construcción de una cultura de la
paz es un proceso lento y complejo.
En este sentido, la educación juega un papel fundamental al contribuir
en la formación de valores de los futuros ciudadanos, sin embargo, esto no es
suficiente; es indispensable que la sociedad, desde los diferentes ámbitos
implicados apoye proyectos y programas dirigidos al fomento de la paz,
generando, de esta forma, un proceso de reflexión sobre cómo se puede incidir
en la construcción de la cultura de la paz, desde la política, los medios de
comunicación, desde la familia, las empresas, desde las organizaciones no
gubernamentales, desde la economía, etc.
Se trata de integrar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una
cultura de la paz. Además, sería adecuado conocer en qué dirección se debe
cambiar, qué modelos de hombres se deben construir para acercarse a una cultura
de paz.
En síntesis, la educación para la paz exige la comprensión de la
complejidad. Al mismo tiempo, las actitudes que la promueven (respeto, diálogo,
tolerancia) son las que permiten una acción profunda de la complejidad a partir
de la cual pueden generarse actitudes en pro de la humanidad.
Hacia una educación para la paz
Desde la década de los treinta María Montessori manifestó una
preocupación en torno a los problemas relacionados con la paz. Partiendo de
profundas convicciones en torno a las potencialidades de los niños, estableció
que el logro de una paz duradera es obra de la educación: ”la educación es la
mejor arma para la paz” (Montesori. 1998.)
Considerar a la educación como piedra angular para la paz implicaba para
ella desarrollar la espiritualidad del hombre, realzando su valor como
individuo y ciudadano del mundo. La educación pues, indicaba la vía para
conquistar un nuevo mundo, el mundo del espíritu humano.
Hoy en día, esta preocupación por la paz continúa teniendo vigencia. Es
así que en el documento “La Educación Bolivariana. Políticas, programas y
acciones” (MECD, 2004) se señala que desde el año 1999 en el Ministerio de
Educación Cultura y Deportes se comenzó a formar una nueva estructura de los
procesos educativos y han surgido nuevas propuestas que plantean desarrollar un
nuevo tipo de sociedad humanista con fundamento en los principios de libertad,
igualdad y justicia social para construir un país soberano, con desarrollo de
la capacidad creadora de sus habitantes.
En este sentido, la educación se plantea para responder a los
requerimientos de la producción material en una perspectiva humanista y
cooperativa, formar la cultura de la participación ciudadana, la solidaridad
social, propiciar el diálogo intercultural y el reconocimiento a la diversidad
étnica.
Por otra parte, la educación en el marco de la Constitución de la
República Bolivariana, sintetiza entre las categorías de la Nueva Escuela que
dan esencia a la Educación Bolivariana, “la Escuela, espacio para la paz”
(MECD, 2004). Desde esa perspectiva, la escuela orienta el desarrollo de los
valores de paz, tolerancia, diálogo, convivencia y solidaridad en los espacios
escolares y su entorno. En el documento se plantea que la escuela como espacio
para la paz implica el desarrollo de los valores de paz, tolerancia y
solidaridad en los espacios escolares y su entorno.
Es por ello que para lograrlo, se proponen acciones preventivas y de
seguridad con organismos e instituciones gubernamentales a la vez que se
promueven en las instituciones diversas estrategias que fomentan la paz, la
tolerancia, la convivencia y el respeto a las ideas. Sin embargo, más que
trabajar con contenidos sobre la LOPNA, la Constitución o los derechos y
deberes, el trabajo con la educación para la paz implica cambios en la forma de
interpretar las relaciones sociales, en la forma de resolver los conflictos que
son inevitables en cualquier sociedad y en una vivencia de los derechos
humanos.
Para ello, los mecanismos de
resolución de los mismos deberían ser la comunicación, el diálogo y la
cooperación. Estas capacidades, además, deberían ser aplicadas en todos los
ámbitos de la sociedad. Afirma Maldonado (2000) las raíces de la ética se
encuentran en la cotidianidad, que es donde se vive el encuentro con los demás
y se construye, o deja de construir, el mundo. Por ello, la finalidad de los
derechos humanos es la paz porque de ella depende no sólo la vida humana sino
también la vida entera sobre el planeta.
En el año 1997 la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas proclamó el Año 2000 como el Año de la Cultura de paz. Para celebrar tan
importante ocasión un grupo de Premios Nobel redactó el manifiesto que contiene
una serie de principios claves con los cuales es necesario que todo ciudadano
se comprometa en la vida cotidiana, en la familia, en el trabajo, la comunidad,
el país y la región para lograr la cultura de paz. Estos son:
Figura 4
Principios de Compromiso
Ciudadano para una Cultura de Paz
Fuente: Marrero 2017, basado en Asamblea
General de la ONU. Año 2000
·
Respetar la vida y la dignidad de
cada persona, sin discriminación ni perjuicios;
·
Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas
sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia
los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes;
·
Compartir el tiempo y los
recursos materiales, cultivando
la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión
política y económica;
·
Defender la libertad de expresión
y la diversidad cultural, privilegiando
siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, la maledicencia y el
rechazo del prójimo;
·
Conservar el planeta, promoviendo un consumo
responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas
las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales;
·
Redescubrir la solidaridad, contribuyendo al desarrollo de
la comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de
los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de
solidaridad.
La educación para la paz debe plantearse como principal objetivo
contrarrestar las influencias que conducen al temor y la exclusión de los
demás, y la de ayudar a los niños a desarrollar un razonamiento ético.
Asimismo, formar ciudadanos: atentos a los demás y responsables, abiertos a
otras culturas, capaces de apreciar el valor de la libertad, respetuosos de la
libertad y las diferencias de los seres humanos y capaces de evitar conflictos
o de resolverlos por medios no violentos.
Entre estos procedimientos para
desarrollar la no violencia destaca el
aprendizaje cooperativo en equipos heterogéneos, como el de aplicación más
generalizada para educar en valores como la cooperación, la igualdad, la
solidaridad, la responsabilidad o la tolerancia.
Además, fomentar el trabajo cooperativo supone abrir espacios de diálogo
y posibilitar la creación de un pensamiento de equipo. La paz no implica
solamente la ausencia de conflictos sino la capacidad de manejar dichos
conflictos y superarlos a través del diálogo, la cooperación o cualquier otro
método no violento.
El docente debe decidir cómo actuar ante los conflictos para preservar
los derechos de todos y cómo favorecer la construcción de normas. En cada caso,
puede encontrar un abordaje educativo al conflicto, y no siempre es sencillo.
Aparecen dificultades si hay valores en juego o si el educador debe revisar sus
propias actitudes. La resolución de conflictos es tan educativa como el
desarrollo de temas curriculares.
Por otra parte, uno de los principios necesarios para fomentar una
cultura de paz en la escuela es la creación colectiva de acuerdos de
convivencia. Para ello es importante que los niños puedan establecer sus
propias normas para facilitar un clima de convivencia.
Entre las principales actividades que se deben fomentar para lograr un
clima de armonía dentro y fuera del aula se encuentra el desarrollo de la
capacidad de escucha, esto debido a que el diálogo es el fundamento de las
relaciones interpersonales. Por ello, saber escuchar al otro se convierte en
piedra angular en la educación para la paz.
Para Maldonado (2000) el destino del mundo
surge y se deriva del tipo de relaciones con el otro. De allí que se halla en
el punto de encuentro entre las personas, y en la forma en la cual ese
encuentro con las personas nos afecta. Por ello, la solidaridad desempeña un
papel fundamental ya que de la vivencia de ésta se derivan los tipos de
vivencias de los sujetos del mundo.
En síntesis, para vivir la solidaridad se
requiere preocuparse por el bienestar y la seguridad de todos. La construcción
de una cultura de paz pasa necesariamente por la actitud de solidaridad por eso
la verdadera solidaridad consiste en poner amor en la vida de todos los días.
La persona que es solidaria se siente feliz haciendo felices a los demás.
Conclusiones
La educación en valores tiene como objetivo el alcance de una
personalidad desarrollada o en desarrollo, donde el sistema de procesos y
funciones que la forman se encuentran estructurados de manera armónica, en un
proyecto de vida realista, donde predomina la autodirección consciente de los
esfuerzos del individuo para lograr el desarrollo de sus potencialidades en
forma creadora, así como su participación en la actividad social de acuerdo con
valores de contenido progresista.
La paz se concibe en la
actualidad como una realidad posible y positiva, como una conciencia social y
una forma de vida caracterizada por el rechazo a la violencia como forma de
resolver los conflictos, el diálogo, la cooperación, el respeto a uno mismo y a
los demás, la adhesión a los derechos humanos, etc.
La construcción de una cultura de paz requiere principalmente de un
compromiso de toda la humanidad. El mundo actual está urgido de una conciencia
colectiva al servicio de la dignidad humana. En este sentido, la
responsabilidad del Sistema Educativo debe estar dirigida a la promoción de
conciencia colectiva que incorpore los valores, las actitudes y los
comportamientos que fomentan la cultura de paz.
Es indispensable que exista una interacción entre la cultura de la paz y
la educación ya que ésta última posibilita la construcción de modelos y
significados culturales nuevos. Además, el compromiso diario, respeto a la vida
y la dignidad de cada persona, la práctica de la no violencia activa, el
compartir el tiempo y los recursos materiales, la defensa de la libertad de
expresión y la diversidad cultural, la conservación del planeta, y el
reencuentro con la solidaridad, promueven la creación de espacios de paz en los
centros educativos, convirtiendo así, a la educación en el agente más poderoso
para la promoción de un cambio cultural.
Referencias
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(2013) La educación en valores: una propuesta pedagógica
para la formación profesional. ISPAJAE-CUBA
Díaz
y Aguado, M. J. (1992) Programa para
favorecer la tolerancia en contextos étnicamente heterogéneos. Madrid, MEC.
Fernández,
A. (1997). Educando para la paz: Nuevas
propuestas. Granada: Seminario de Estudios sobre la Paz y los Conflictos de la
Universidad de Granada. Erikson.
López,
M. y Arango, M. (2002). Estimula sus
aptitudes y virtudes y fortalezas. Colombia: Ediciones Gamma.
Maldonado,
C. (2000). Derechos humanos, solidaridad
y subsidariedad. Santa Fé de Bogotá: Editorial Temis. Instituto de
Humanidades. Universidad de La Sabana.
Márquez, Benny (2011) IV
Conferencia El Poder de la Palabra. Universidad Bicentenaria de Aragua
Ministerio
de Educación y Deportes (2004). La Educación Bolivariana. Políticas, programas
y acciones. “Cumpliendo las metas del
milenio”. Caracas.
Ministerio
de Educación y Deportes (2004). Escuelas
Bolivarianas. Avance cualitativo del proyecto.
Ospina, J. (2010). La
educación para la paz como propuesta ético-política de emancipación
democrática. Origen, fundamentos y contenidos. Universitas. Revista
de Filosofía, Derecho y Política.
Montesori, M. (1998). Educación y paz. Buenos Aires: ERREPAR S.
A.